Drones y anti-drones: la lucha contra el crimen alcanza el cielo

Los drones de nueva generación, cada vez más sofisticados, son instrumentos estratégicos en manos del delito. Por suerte, también lo son en los departamentos I+D de la seguridad tanto pública como privada, que desarrollan escudos e inhibidores para neutralizar no uno o dos drones, sino enjambres enteros.

¿Son los drones o una amenaza para la seguridad o un potencial liado? En realidad, los últimos acontecimientos demuestran que pueden ser ambas cosas. Ocurre con ellos algo similar que con los vehículos o lo ordenadores personales: todo depende del empleo que se haga de ellos, ya que tanto pueden usarse para perpetrar un delito que para evitarlo o perseguirlo.

Su desarrollo como productos comerciales al alcance de cualquiera —según Drone Industry Insights, el negocio crecerá casi un 10% anual los próximos cuatro años—, explica el uso intensivo por parte de organizaciones criminales y terroristas, incluso estados delincuentes (rogue states).

Prosegur Research destaca sobre todo el uso reciente que se está haciendo de ellos para la vigilancia de personas o instalaciones en diferentes delitos, desde espionaje industrial o grabar imágenes privadas para chantajes, a secuestros o ataques directos a seres humanos e infraestructuras con los drones a modo de arma kamikaze. Se usan para transportar mercancías de forma discreta: pequeñas y no tan pequeñas cantidades de droga, explosivos, armas, dinero o móviles entre fronteras o en cárceles. Y crece su uso en ciberataques ágiles al interferir las señales de las redes wifi, radios y otros sistemas de comunicación.

 

Menos riesgo, menos costes

No extraña que, según organizaciones como Insight Crime, sean un arma favorita del crimen organizado, porque le permiten hacer de un modo sencillo, eficiente y barato lo que antes le exigía mucho más gasto y poner en riesgo a sus hombres. De hecho, las mafias llegan a construir drones caseros o adaptar los comerciales para dificultar su localización por los detectores estándar del mercado.

Como señala Carmen Jordá, responsable de Prosegur Research, “detrás de cada ataque con drones hay un delincuente que lo diseña y acomete, de la misma forma que detrás de cada ronda aérea de vigilancia debe haber un experto que proporciona seguridad híbrida”. Así lo hace Prosegur al desarrollar software y logaritmos propios desde 2015, tanto para reforzar sus servicios de vigilancia como para enfrentarse a drones en España, Brasil, Méjico, Chile o Argentina, entre otros.

Basta un vistazo a las respuestas de los estados para entender el nivel de la amenaza. Por ejemplo, España la incluye en su Estrategia de Seguridad Nacional (2021) en el intento de prevenir ataques a infraestructuras críticas como aeropuertos, instalaciones energéticas u hospitales, o cualquier atentado terrorista contra la población. No es una excepción, sino la pauta que están siguiendo otros muchos países en el mundo.

 

Seguridad privada, pública y militar

Algunos ejércitos y fuerzas de seguridad ya usan cañones inhibidores de señales para interrumpir el sistema de control remoto y orientación GPS de los drones. Estados UNidos, por ejemplo, trabaja a contrarreloj en drones especializados en combatir a los que destruyen infraestructuras en Ucrania —como el Shahed 136, iraní—, y además en sistemas de inhibición desde barcos contra ataques chinos en una hipotética invasión a Taiwán. Hasta ese punto alcanza su protagonismo en la seguridad global.

De ahí que la competencia tecnológica entre drones benignos y malignos también sea una de las grandes tendencias en la seguridad privada, como demuestra su propio desarrollo de inhibidores y escudos para neutralizar no solamente un aparato, sino enjambres con decenas o incluso cientos.

Como apunta José Martín Giner, experto en innovación y servicios de drones y anti-drones en Prosegur Security, son vitales los dispositivos capaces de escuchar las frecuencias en un área de espacio aéreo de 360º. “Podemos diseñar diferentes círculos virtuales a distancias de entre tres y cinco kilómetros, suficientes para realizar el análisis mediante software e identificar un dron no conocido, y dar a los vigilantes tiempo suficiente para activar los protocolos de seguridad, por ejemplo en un evento deportivo o un concierto”.

El experto apunta que, más allá de las medidas físicas de protección anti-drones, la compañía no solo puede identificar las frecuencias, sino controlarlas para forzar el aterrizaje de esos drones sospechosos en un espacio determinado. “Incluso podemos detectar la localización del piloto que está gestionando la amenaza”, añade.

“Podemos diseñar diferentes círculos virtuales a distancias de entre tres y cinco kilómetros, suficientes para realizar el análisis mediante software e identificar un dron no conocido, y dar a los vigilantes tiempo suficiente para activar los protocolos de seguridad".

 

Herramienta de análisis predictivo

“Aunque no se pueda predecir con precisión la actividad criminal”, tercia José María Blanco, mánager de Prosegur Research, “sí podemos anticipar riesgos y amenazas empleando análisis especializados”. El directivo destaca que la compañía combina metodologías y tecnologías especializadas con una capacidad creciente para detectar señales débiles, antes fuera del radar, y así generar alertas tempranas con ese factor clave de la anticipación.

La siguiente frontera tecnológica: potenciar la Inteligencia Artificial para identificar patrones, el manejo simultáneo de flotas y que tomen decisiones autónomas en sus misiones. “La colaboración entre departamentos de perfil más técnico y de perfil más social permite reducir riesgos. Algunos ataques se pueden impedir, y otros quizás sean inevitables, pero al menos podremos mitigar sus efectos”, finaliza Blanco.