Los criterios ESG en el centro de una estrategia de éxito para las compañías

La aplicación de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) no es solo una exigencia moral. También puede dar estupendos réditos, gracias sobre todo a la rentabilidad creciente de la economía sostenible. Algunas empresas de seguridad privada son pioneras en esta tendencia imparable y prometedora.

Los criterios ESG están adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la estrategia corporativa de empresas grandes, medianas y pequeñas. No respetarlos es, sencillamente, una pésima opción a todos los niveles. Según la consultora británica PwC, “si queremos prevenir nuevas pandemias, reducir los riesgos del cambio climático, construir sociedades más equitativas y seguir creciendo, debemos generar economías más sostenibles”.

Lo que quizá no parezca tan intuitivo es que ese “seguir creciendo” también es un objetivo prioritario. Porque ese mandato ético depende en parte de una economía sostenible exitosa, es decir, de la rentabilidad de las inversiones y de las empresas con compromiso ESG. “Algunas compañías”, apunta de nuevo PwC, “liderarán este proceso y obtendrán de ello ventajas competitivas, mientras que otras pueden quedarse rezagadas y ver cómo su valor se erosiona”.

 

El momento del negocio sostenible

De acuerdo con PwC, podría decirse que este es el primer año de una nueva fase expansiva, ya que en 2021 se produjo un punto de inflexión en la inversión y la demanda social y de consumo. Hasta hace muy poco, los criterios ESG resultaban más bien un criterio complementario, que se tenía en cuenta por consideraciones éticas y de responsabilidad corporativa, pero “hoy son el centro de la estrategia, una obligación que, además, es rentable. Están en el core del análisis de inversiones”.

El estudio Global Private Equity Responsible Investment Survey 2021, de PwC, así lo acredita. Mientras en el informe anterior de la consultora, correspondiente a 2019, el 35% de los consejos de administración aseguraban que la política ESG era un tema abordado en sus reuniones más de una vez al año, en 2021 se había llegado ya al 56%. Además, el 66% sitúa la creación de valor entre los tres principales factores de la inversión responsable y el 72% siempre analiza el perfil ESG antes de comprar o contratar a otra empresa. Según Bloomberg Intelligence, la inversión ESG alcanzará en 2022 los 41 billones de dólares y podría superar los 50 en 2025.

El 66% sitúa la creación de valor entre los tres principales factores de la inversión responsable y el 72% siempre analiza el perfil ESG antes de comprar o contratar a otra empresa.

 

Como explica el Pacto Mundial de la ONU —la mayor iniciativa privada por el desarrollo sostenible, a la que está asociada Prosegur desde 2022—, la mitad de las empresas españolas reconocen que sus medidas sostenibles ya impactan positivamente en sus balances económicos. A pesar de las crisis sucesivas, desde la sanitaria a la inflacionista. “Hablamos de una demanda creciente entre empleados, clientes, consumidores, inversores y accionistas de hoy y del mañana. Y de empresas que ven en el compromiso sostenible no un coste, sino una inversión con beneficios económicos”.

No obstante, el Pacto Mundial aprecia que existe aún una significativa brecha entre los planes y las medidas ejecutivas cuantificables. Aunque el 70% de las empresas españolas dispone de código ético, solo el 39% cuenta con herramientas tan básicas como un canal de denuncias. Y las políticas pro derechos humanos del 26% solo se completan con evaluación de impactos en un 10%. En ambos casos, Prosegur pertenece al porcentaje que sí aplica esas medidas prácticas.

 

La situación de la seguridad privada

La International Security Ligue confirma que la tendencia general se aplica punto por punto al mercado de la seguridad privada. Sus empresas están cada vez más presionadas por las normativas ESG, pero también estimuladas por la oportunidad de destacar frente a la competencia. Según la asociación, “las administraciones públicas [un cliente estratégico para el sector] soportan una presión creciente para asociarse de manera exclusiva con proveedores de seguridad que acrediten altos estándares éticos y ambientales, que garanticen buenas condiciones de trabajo”.

Se trata de un fenómeno comprensible: las normativas sostenibles parten de ese mismo sector público, por lo que la Administración debe predicar con el ejemplo. Además, esa tendencia de evaluar a los proveedores de seguridad desde el ámbito público es extrapolable a los clientes privados. Eso genera un efecto en cadena: la presión de normativas, inversores y preferencias de los clientes se traduce en la exigencia de las empresas de seguridad respecto al perfil ESG sus propios proveedores. Hablamos de una enorme porción del tejido empresarial; solo Prosegur cuenta con más de 26.000 proveedores en todo el mundo.

 

El balance ESG a día de hoy

Prosegur evoluciona en tiempo en sintonía con esta tendencia y el punto de inflexión descrito. En 2021, la compañía aprobó su Plan Director de Sostenibilidad, que incluye 63 iniciativas relacionadas con la ética, transparencia, gobernanza, personas, trabajo seguro y medio ambiente, todas ellas en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (por sus siglas en inglés, OSD) de Naciones Unidas.

En noviembre de 2022, la compañía aprobó y publicó una nueva versión de su Código Ético y de Conducta. Esta versión reemplazó la versión anterior del documento, en vigor desde 2013, incorporando contenidos actualizados que reflejan la situación actual de la empresa, y donde los criterios ESG ganan cada vez más relevancia.

También este año, tanto el Grupo en su conjunto como Prosegur Cash se han convertido en las primeras compañías del sector en todo el mundo que publican su evaluación ESG —supervisada y validada por entidades independientes— y entran en la clasificación especializada S&P Global Ratings.